Diferencias entre el norte y el sur
En la primera parte de este artículo, vimos como las reformas de Martín Lutero, durante la Reforma Protestante de 1517, en conjunto con las de otros teólogos posteriores, como Juan Calvino y Abraham Kuyper, se fueron desarrollando y eventualmente construyeron una filosofía y una actitud diferente en la manera de ver y ejercer el trabajo. Como el trabajo dejó de ser visto como una carga o maldición, ahora se tenía mucho más entusiasmo, creatividad y libertad para ejercerlo. La gente comenzó a pensar que, al trabajar, de alguna manera estaban también contribuyendo con el avance del reino de Dios en el mundo, ya que después de todo, estaban cumpliendo con uno de los primeros mandamientos de Dios a la humanidad, el del Mandato Cultural expresado en Génesis 1:28. En los países en donde se propagaron las ideas de la Reforma Protestante, el sentido de contribución para el avance, el orden y el progreso de la sociedad, sustituyó al de la obligación, la carga y el sentido limitado de supervivencia que había prevalecido durante la Edad Media. Por desgracia, ese no fue el caso en aquellos países que se quedaron sin comprender esta importante verdad de la Palabra de Dios.
Con el afán de continuar con el dominio de su antiguo “sacro imperio”, la iglesia católica inició una contra-reforma en el sur de Europa, con el propósito de frenar la “infección protestante”, como ellos la llamaban y evitar a toda costa que la gente tuviera acceso a la Biblia en el nuevo continente y que no sucediera en América lo que había sucedido en Europa durante la Reforma Protestante. Así que, los países en donde prevaleció la cosmovisión católico-romana, también se estancaron en muchas áreas importantes de la vida y la sociedad. Al no contar con las instrucciones directas de la Palabra de Dios y continuar dependiendo de la iglesia para “decirles lo que Dios decía”, los países del Sur de Europa y los de Latinoamérica, se quedaron en una especie de neo-oscurantismo, todavía con una mentalidad marcadamente jerárquica y medieval. Aunado a eso, la dinámica de la conquista española, basada en el engaño, el abuso y la imposición, agravaron el asunto en Latinoamérica, incrementando el odio por el trabajo entre los pueblos conquistados, ya que ahora tenían que trabajar como esclavos y siervos para sus nuevos amos españoles.
Mientras tanto, los países del norte de Europa y eventualmente los Estados Unidos y Canadá, en donde se extendió ampliamente el protestantismo, prosperaron abundantemente en todas las áreas de la sociedad. Esto sucedió en gran parte, debido a la comprensión del concepto bíblico del Mandato Cultural. Dios mismo era parte de esta “revolución ideológica” que eventualmente daría también inicio a la famosa Revolución Industrial. La mayoría de la gente piensa que el éxito de Norteamérica se debe a las ideas del Renacimiento y de la Ilustración Francesa. Y, ¿Cómo no llegar a esa conclusión?, cuando todos nuestros libros de texto en el sistema de educación pública así nos lo enseñan desde niños. La educación en Latinoamérica está diseñada para ser laica y secular, en otras palabras, libre de toda influencia de cuestiones de fe o principios religiosos. Es obvio que la educación pública no va a voltear a la Biblia como referencia para ninguna de las disciplinas del conocimiento humano, pues su filosofía humanista se lo prohíbe. Tendríamos que entrar al terreno de la filosofía, para comprender porque se enseña el humanismo en detrimento de la fe cristiana en las escuelas públicas de nuestros países. La supuesta separación entre la iglesia y el estado, ejercida en nuestras modernas democracias así lo establece. Pero ese es un tema muy amplio que dejaremos para otra ocasión.
Rasgos de nacimiento
Lo que ahora estamos tratando de comprender, es la razón principal de las diferencias entre la percepción del trabajo entre los Estados Unidos y los países latinoamericanos. Estas diferencias tienen sus raíces en la historia de su fundación y en la cosmovisión sobre la cual se fundaron estas regiones. Mientras los colonizadores protestantes que emigraron del norte de Europa a los Estados Unidos tenían en mente el establecimiento de una nación cristiana basada en principios bíblicos; los conquistadores españoles simplemente llegaron a establecer en Latinoamérica la cosmovisión que por siglos de dominación en base al engaño e ignorancia de la verdad, les garantizaba los mismos resultados de poder y control sobre las masas que habían visto en Europa. Irónicamente, al comparar las condiciones geográficas de estas dos regiones conquistadas del mundo, se hubiera esperado que la nueva civilización que se estableció en América Latina prosperara mucho más rápido y mejor; considerando, que los recursos naturales, hacían de países como México, Colombia o Brasil un paraíso; en comparación con la tierra dura y el clima inhóspito, como condiciones contrarias en la región del estado de Massachusetts, a donde llegaron los Puritanos en los Estados Unidos en 1620. Sin embargo, el resultado fue totalmente opuesto.
Así pues, lo que marcó la gran diferencia, no fueron las condiciones que encontraron en el Nuevo Mundo, sino la cosmovisión que establecieron al llegar a él. En el norte, el mensaje de la Biblia y los principios contenidos en ella, les sirvieron a los norteamericanos como base para establecer muchas de las leyes civiles de la joven nación, en contraste con la vieja escuela medieval que el catolicismo español estableció en Latinoamérica. La iglesia y el clero continuaron en su esfuerzo intencional de mantener a la gente tan alejada de la Biblia como les fuera posible, con el propósito de mantener la autoridad y el control sobre ellos. El antiguo imperio romano tenía una táctica de conquista muy efectiva, que les ahorraba muchos problemas al buscar el sometimiento de las masas. Ellos llegaban a cierta región y no tenían ningún problema en que la gente continuara adorando a sus dioses paganos, siempre y cuando también adoraran al emperador como a un dios. Esto se llama acomodamiento o adaptación. Durante la conquista de Latinoamérica, el Sacro Imperio Romano utilizó también esta antigua técnica, aunque con una modificación más astuta al cambiar el objeto de adoración de los nativos a dioses paganos como los de el sol, la luna o la lluvia, a la adoración de crucifijos, vírgenes y santos. Así que, no fue el mensaje del evangelio expresado en la Biblia, lo que ellos establecieron, sino solamente una religión de ritos y prácticas que no era muy diferente a la que Mayas, Aztecas o Incas habían practicado por siglos, con excepción quizás de la práctica de los sacrificios humanos. Se pudiera decir entonces, que la evangelización de Latinoamérica sucedió solo de forma parcial, ya que el mensaje del evangelio se vio de nuevo opacado por la tradición y prácticas no bíblicas de la iglesia católica.
Buenas y malas noticias
En base a esto, podemos comprender mejor en que radican las enormes diferencias entre Latinoamérica y los Estados Unidos. el secreto del éxito de los Estados Unidos no está en su economía, en su educación o en sus avances tecnológicos, todo eso es en realidad el resultado de algo, no la causa. El secreto está en su cosmovisión, en lo que ellos pusieron como base de su nación desde el principio. La buena noticia es que la clave de su éxito no es algo que sea exclusivo de ellos, sino algo que le pertenece por herencia a toda la humanidad, es decir, la Palabra de Dios. Así que, no necesitamos copiar sus principios o adueñarnos de ellos, porque ya son nuestros, en realidad siempre lo han sido. La mala noticia es que, en Latinoamérica, el sistema religioso establecido, continúa con su objetivo de ocultar la verdad de la Palabra de Dios. Aunque la iglesia católica ya no prohíbe la lectura de la Biblia, si continúa utilizando sus antiguas técnicas oscurantistas al “enseñarla” de manera ambigua y superficial. La generación de mis padres, por ejemplo, todavía escuchaba la misa en latín, en los años 60s en México. La iglesia católica, vista como una cosmovisión, no tiene en el centro el mensaje del evangelio, como lo tiene la cosmovisión Judeocristiana, basada en la Biblia y sólo el evangelio tiene el poder de transformar a las personas de adentro hacia afuera, a través de la regeneración por el Espíritu Santo, descrita en pasajes como Romanos 1:16 y 1 Pedro 1:3. El evangelio restaura la relación del ser humano con Dios (2 Corintios 5:19), lo lleva de vuelta a Su plan original y lo capacita para cumplir con el Mandato Cultural y con la Gran Comisión de forma efectiva.
Aunque la iglesia romana tiene la habilidad de presentarse ante el mundo como una institución piadosa, en realidad es una religión llena de ritos, prácticas y celebraciones folclóricas que carecen del poder para cambiar a la gente. Es por eso por lo que la gran mayoría de la gente en Latinoamérica se considera católica sólo de nombre, ya que la iglesia no tiene mucho que ofrecerle a nivel personal. La religión organizada nunca ha cambiado a nadie, pues pone los énfasis en la iglesia como institución, en el magisterio, en la tradición o en la liturgia. Solo Dios puede transformar el corazón del ser humano y cuando un individuo cambia, cambia una familia, cuando las familias cambian, cambia la sociedad y cuando la sociedad cambia, eventualmente cambia el mundo. Eso fue precisamente lo que sucedió en Europa y Norteamérica durante el movimiento de la Reforma Protestante y los dos grandes avivamientos posteriores en los Estados Unidos. El cambio en los individuos por el poder de la Palabra de Dios en estos países eventualmente tuvo también un impacto en la sociedad. Dicho cambio, solo se logra a través de una relación personal con Dios por medio de Cristo, por la obra del Espíritu Santo que regenera el corazón y no solo por la simple afiliación a una iglesia o institución religiosa. ¡El evangelio sigue siendo la única y efectiva solución de Dios para el problema del ser humano!
El sabio consejo del rey Salomón
En los años 90’s, viví en Ciudad Juárez, Chihuahua (México), frontera con El Paso, TX y una de las cosas que llamó mi atención al llegar a allí, fue un enorme anuncio escrito en las montañas que rodean a la ciudad y que dice: “Ciudad Juárez, la BIBLIA es la Verdad, LEELA”. * El mensaje me impactó mucho, sin embargo, pasarían muchos años más antes de comprender todas las implicaciones de esa poderosa declaración. Han sido años de observar, estudiar y contrastar ambas culturas y sus cosmovisiones; para poder reconocer que el mensaje de la Biblia es lo que marca la gran diferencia entre ambos lados del río Bravo. Con todo lo que he escrito, no quiero de ninguna manera idealizar a los Estados Unidos como si fuera una nación perfecta, ya que también ha cometido muchos y grandes errores. De hecho, mucho de lo que vemos sucediendo hoy en esta nación, es precisamente el resultado de las nuevas generaciones alejándose cada vez más, de aquellos principios bíblicos que sus fundadores establecieron en sus leyes. Así que, más adelante también examinaremos las causas y el desarrollo de su continua decadencia. Mientras tanto, meditemos en un consejo del rey más sabio y próspero de la historia, el rey Salomón, cuyos escritos están incluidos en la Biblia: “No hay cosa mejor para el hombre, sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios.” — Eclesiastés 2:24
Esta verdad de la Escritura me anima a ir al trabajo con más entusiasmo y con la esperanza de saber que lo que hago cuenta, y no solo para ayudar a prosperar a una empresa, sino también para darle más sentido a mi vida y ser enriquecido con el pensamiento de que al trabajar, estoy cumpliendo en primer lugar con un mandamiento de Dios, haciendo mi parte para que este mundo sea mejor y dándome un sentido personal de identidad, valor, propósito y pertenencia.
Nota:
Es muy difícil cubrir en un par de artículos, todos los aspectos históricos e ideológicos que llevaron al desarrollo y resultado de las dos cosmovisiones que hemos mencionado: la Judeocristiana, en la que se fundaron los Estados Unidos y la católica romana, en la que se fundaron los países Latinoamericanos. Eventualmente iremos explorando las ideas que construyeron ambas regiones del mundo. Es importante notar que las he mencionado como cosmovisiones y no como religiones. La razón es porque, en última instancia, son nuestras creencias lo que determina nuestro actuar. Por eso es importante saber que las cuestiones de fe no son meramente creencias espirituales intangibles, sino que también actúan como ideologías que al final de cuentas producen resultados en nuestro comportamiento social, moral y cultural, y con consecuencias para bien o para mal. Así que, más adelante, continuaremos explicando otros aspectos importantes de estas dos cosmovisiones que rigen el continente americano.
*En la fotografía que utilizamos para ilustrar este artículo, se muestra esta frase dibujada en las montañas con letras enormes en el fondo. La idea es que la gente de la ciudad pueda leerla casi desde cualquier punto, con la esperanza de que acudan a la Palabra de Dios.
Sobre el Autor
Gustavo Morán es originario de México, aunque radica en los Estados Unidos. Es licenciado en Diseño Gráfico y Publicidad y trabaja para la Universidad Bautista de Dallas (DBU). Tiene estudios de Maestría en Educación Cristiana (DBU), Teología (SWBTS) y Liderazgo (DBU) Tiene también un Diplomado en Filosofía Política e Historia del Pensamiento Humano. Es fundador y director general de Mandato Cultural, un ministerio que tiene el objetivo de ofrecer educación cristiana de calidad en el mundo hispano, con el fin de examinar, comprender y transformar la cultura para la gloria de Dios.